Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso

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Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by Bandido 2 at Tue Aug 19 13:45:43 2008

Se publicó esta semana en la revista Eme equis

que lo disfruten  ;D

Eme aquí

Juan Domingo Argüelles: “Los libros están hechos de vida”


Hay quienes no leen. Otros leen por obligación. Unos más devoran lecturas con sumo placer y algunos pocos se reconocer como bibliólatras. Juan Domingo Arguelles pertenece a este último grupo. Doce mil ejemplares descansan en feliz coexistencia en los estantes de su biblioteca. De los autores ni hablamos: son muchísimos y ya.
El chamaquillo que leía comics en su natal Quintana Roo se transformó en el alumno favorito de los recitales escolares que, al crecer, escribió sus propios poemas y ganó reconocimientos... Claro que los premios y el prestigio no son prueba de nada, dice él.
Ha escrito libros con títulos que delatan su obsesión: ¿Qué leen los que no leen? Leer es un camino, Historias de lecturas y lectores y Ustedes qué leen. Pero cuando escucha decir que leer es lo mejor que hay en la vida, se le escuece la piel. "¡Qué mentira!", exclama con una voz potente que pronuncia cada enunciado con un cuidado tal, que parece redactar at momento de hablar. "Leer no es mejor que vivir. Hay mil cosas mejores". Claro que hace 10 años no pensaba igual.
Arguelles acaba de publicar un nuevo libro: Antimanual pare lectores y promotores del libro y la lectura, en el que arremete duro contra afirmaciones sobre las bondades del  libro, la sapiencia de los que leen y el imperativo de los programas de lectura.
Y, créanlo o no, todo lo hace por amor a los libros.
Tatiana Maillard
tmaillard@m-x.commx
Fotografias: Eduardo Loza


¿Cómo fue su acercamiento a la lectura?
Comencé a leer en mi tierra natal, Chetumal, Quintana Roo, y lo hice sin que nadie me dijera que debía. En mi casa no habla exactamente una biblioteca, sino una colección exigua de libros que no eran más de 30 en un estante. Habla dos que descubrí: el Álbum de oro del declamador, una antología de poemas de autores magníficos como Rubén Darío, Amado Nervo, Antonio Machado... en fin. Recuerdo que ese fue mi primer acercamiento con la lectura en serio, porque yo antes leía todas las historietas de que podía disponer uno en ese tiempo, desde Chanoc hasta Archie. Las devoraba.
Como a los 11 años leí mi primer libro, Corazón diario de un niño, de Edmundo de Amicis. Lo leí de la primera a la última página y ahí comenzó a fundarse mi interés por los libros. Esto prueba lo que de alguna manera sostengo en mis libros sobre la lectura: que las personas o los niños que nacen y crecen en hogares no lectores, no están condenados a ser no lectores. Mi padre, mi madre, no eran lectores asiduos, pero recuerdo que mi padre era aficionado a Novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Luego me enteré que este autor llegó a escribir y publicar mil 800 de esas novelitas, lo que equivalía en femenino a Corín Tellado. Veía a mi padre siempre metido en esas lecturas, fascinado con ello, y algo debió quedar de eso en mí. Mi padre no solía leernos al acostarnos, pero sí nos contaba leyendas que él se sabía, y de ahí viene mi gusto por la palabra oral.
Usted considera que no es posible decir algo en favor o en contra de autores como Dan Brown o J.K. Rowling si no se les ha leído. ¿Los ha leído?
Por supuesto, pero no lo he hecho exhaustivamente. De Dan Brown he leído El código Da Vinci y nada más; y de Rowlíng he leído los primeros dos volúmenes de Harry Potter. Puedo decir que no son autores aburridos, sino muy imaginativos y diestros en lo que se plantean. No son para nada autores ante los que se puede exclamar, con esa suficiencia que me parece agresiva, "¡Qué basura!". Me parece una ofensa desdeñar la capacidad lectora de la gente y una persona que lee El código Da Vinci tiene razones para disfrutarlo. Siempre estamos diciendo que no lee la gente, y cuando la gente lee, decimos que está leyendo cosas que no sirven. Qué contradicción. A mí me encantaría, si lo puedo poner de este modo, que en lugar de la pornografía explícita que todos los jóvenes y hasta niños y en internet, se interesaran por la pornografía también explícita, pero más imaginativa, de los libros con los que me inicié en el aprendizaje de la sexualidad, como Memorias de una pulga. Libros clásicos como Fanny Hill de John Cleland.
En su libro más reciente habla de la soberbia de algunos lectores y del imperativo de las instituciones para que la gente lea. ¿Por qué le preocupa tanto este tema?

Porque da la impresión de que el tema de la lectura está monopolizado por teóricos de la lectura y especialistas que no son exactamente lectores asiduos. Es de ir, muchos de ellos más que leer libros de poesía, novelas, cuentos y ensayos de filosofía, leen libros sobre la lectura. Son teóricos que se alimentan de otras teorías pero que no necesariamente han sentido la perdición en el libro, como pasa con los lectores que no tienen que teorizar sobre lo que hacen.
Lo que nos place a los lectores nos vuelve de pronto pedantes y nos convierte en personas diferentes. Yo entiendo que seamos diferentes, lo que no acepto es que seamos superiores: la sabiduría y la inteligencia no nada más se desarrollan a partir del libro. En el campo hay personas que no han leído un solo libro y tienen un enorme conocimiento sobre la naturaleza, la tierra, la vida. Lo que da la inteligencia no es otra cosa que saber relacionar aspectos y situaciones para solucionar mejor los problemas.
A lo que voy es que no necesariamente se requieren los libros para que la gente tenga talento, capacidades y, además, se desarrolle bien. Sucede que la experiencia del libro es diferente a cualquier otra y el que no la ha tenido no sabe de lo que se está perdiendo. Pero de ahí a concluir que los que no leen libros están mal... Me parece lamentable que muchos de los discursos sobre la lectura discriminan a las personas. Me acuerdo del tema de un festival de lectura: "Ojos que no leen, corazón que no siente". Qué falta de sensibilidad: los ciegos no ven y por ende no leen con los ojos. Han sido muy desatinados los métodos, los mecanismos y los procedimientos para acercar la lectura a la gente y eso no ha contribuido para nada a hacer más lectores. Nos seguimos quejando de las bajas cifras de lectura, pero nos debería preocupar más qué tipo de campañas y estrategias llevamos a cabo para convertir en lectores a los no lectores.
¿Qué placeres encontraba el niño de 10 años que paso de leer comics a leer el Álbum de oro del declamador?
Fue algo asombroso. El Álbum de oro del declamador me llevó a encontrar cosas que no eran tan triviales, aunque al crecer comprendí que tenían el estigma de lo cursi. Que a un niño le guste la poesía, suena petulante. Pero a mí ese libro me llevó a la poesía, y sucedió lo inevitable cuando también comencé a escribir y a imitar lo que leía. El gusto por la palabra me llevó a aprenderme poemas de memoria y resultó que terminé siendo el declamador de la escuela.
Eso que fue mi iniciación no tendría que ser forzosamente la iniciación de los niños y los adolescentes de hoy. El problema con la lectura en México no está con los niños, que en general sí leen porque les gusta imaginar, y si los libros están ilustrados, mejor. Cuando crecen se acentúa la caída de la lectura porque los adolescentes la rechazan, como lo rechazan todo. Son unos opositores por excelencia. Profesores de secundaria a quienes he dado una conferencia al respecto me dicen: "Es que los muchachos quieren leer Cañitas y les decimos que no es una buena lectura". Yo les digo: "Ojalá los niños leyeran Cañitas y otras atrocidades iguales. Y ojalá eso algún día los lleve a Edgar Allan Poe". Pero les marcamos pautas que no son las suyas sino las nuestras. No hay formulas fijas, ni mecanismos únicos para acercar los libros a los niños. Todo el que lee por imperativo lo hace porque no le queda de otra.
Para concluir, hago una acotación: todos somos analfabetos en algo. Yo soy analfabeto en danza, en música y en teatro. Ya no digamos en alpinismo. Digamos que sí conozco los libros, conozco el ámbito de la lectura y eso me fascina. Pero los libros no sustituyen a las demás experiencias. Mi hijo es una persona a quien le encanta la música, la escucha, toca la guitarra, tiene amigos con los que compone, se fascina. No lee mucho y no lo obligo a ello. En cambio, mi hija mayor lee. La gente encuentra sus satisfacciones de acuerdo con lo que le es más grato.
Luis González de Alba dice que hay una especie de gen lector. Al principio dudaba de ello. Pero cada vez me convenzo más de que sí es factible esa hipótesis de que hay un gen lector, pero también un gen para el deporte y uno para el dibujo. Buscamos lo que más nos agrada, pueden ser los libros. Decía González de Alba: "Al que tiene el gen lector llegarán los libros contra toda barrera que se le ponga", es decir, de una u otra manera va a ser lector. El que no tenga ese gusto, aunque le pongan todas las facilidades, no se va a interesar.
Mi utopía del libro no es que todo el mundo vaya por la calle con un libro bajo el brazo y cada vez que te lo encuentres en una esquina te cuente con pedantería sobre lo que lee. Más bien deseo que todo el mundo tenga acceso al libro y que después decida si quiere ser lector o no. Lo que critico es el imperativo de leer.
Cuando usted aborda el tema del libro, ¿evita caer en la pedantería?
No podríamos generalizar la pedantería, pues hay gente extraordinariamente accesible y, sobre todo, tolerante. Pero tampoco por ello podemos afirmar que toda persona que lee se vuelve más tolerante, más amable y mejor persona.
En mi Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura relato experiencias y recurro también a autores que muestran eras contradicciones de la cultura. Para no ir muy lejos: la paradoja de como un hombre que escuchaba música clásica, que leía buenos libros, que era buen padre de familia, trabajaba torturando judíos en un campo de concentración. Y hacía su trabajo sin remordimiento. Eso demuestra que la cultura no te salva de la bestialidad, ni de la pedantería. Muchas veces por leer eres tan pedante que no quieres comunicarte con aquel que no ha leído nada. Lo que yo digo es que el ser humano es el mismo.


¿Qué otras pasiones tiene, además de los libros?
Hasta hace 10 años me podía catalogar como un bibliólatra, alguien que idolatra tanto los libros que cree que la vida está en ellos. Conforme fue pasando el tiempo me vine a dar cuenta de que en realidad no es así, que es extraordinario que en lugar de estar leyendo me vaya a dar un paseo, esté con mis hijos, invierta mi tiempo en la pasión de la compañía. Si hablamos de pasión puedo decir que me gusta mucho la música, pero sigo siendo un lego en eso, no sé distinguir si es una composición buena o mala. Tal vez algún melómano me podría reprobar por lo que escucho, pero me tiene sin cuidado.
Disfrutas más cuando sientes menos culpa por las situaciones, cuando sabes que la vida es imperfecta y que las cosas no son como uno las imagina siempre. Esto me lo enseñó una enfermedad en el último año. Tuve una depresión muy grave y me di cuenta de que estaba destinando mucho tiempo al trabajo y hacía las cosas por una obligación malentendida, porque sentía que se me estaba acabando la existencia y que no alcanzaba mis propósitos. Recuerdo una frase que dijo Juan Marsé cuando vino a México a recibir el Premio Juan Rulfo en Guadalajara: "No venimos a este mundo a leer libros, venimos a este mundo a tratar de ser felices". Ese es el principio. Unos hallarán la felicidad en el atletismo, en la música, en los toros. Pero si nos proponemos hacer las cosas de manera programada, nos vamos a frustrar porque no siempre se van a cumplir.
Sigo pensando que la pasión es lo único que nos puede hacer mejores en algo, pero también hay malas pasiones. Hay un libro que se llama ¿Por qué las personas inteligentes pueden ser tan imbéciles? La gente que cultiva su inteligencia da por hecho que ya es inteligente para siempre y comete absolutas estupideces porque da por hecho que todos sus actos son inteligentes. Este es el principio de la soberbia que nos dicta un concepto mal entendido de cultura. No es el libro el que va a hacer mejores a las personas, sino que nosotros tenemos que hacernos mejores sin libros o con libros.
Hace 10 años usted decía que no habla nada mejor que los libros. Ahora refuta esta idea ¿a partir qué momento abre los ojos a otras realidades?
Cuando nos metemos en algo que nos apasiona llega os a creer que no hay nada mejor. Como los cultos cuando les preguntan: "¿Qué es lo que más gozas de la vida?" y dicen: "Leer. Me parece que leer es mejor que vivir". Este tipo de frases son petulantes y esconden el miedo de arriesgarse a vivir.
Al menos yo nunca llegué a decir que sin los libros me moriría. En realidad son frases hechas con mucha nobleza pero que no tienen ninguna verdad. Me puedo morir por dejar de comer, no moriré por dejar de leer. Si estoy en una isla desierta no será el libro de Balzac, sino una lata de sardinas lo que quiera. Quien solo lee libros no tendrá vida ni experiencia: no le pasará nada más allá de su existencia monótona. La vida está allá fuera, donde te pasan cosas, te lamentas un día por haber salido o haberte levantado de la cama. De eso están hechos los libros, de vida.
A la salud de los enfermos habla de su vida... Un tránsito que va de lo doloroso a lo irónico.
Terminé escribiendo una especie de biografía. Todos los libros de poesía de alguna manera son autobiográficos. Si hay un libro sin ficción, es el de poesía. Esa certeza que tuve de que los libros no eran mejores que la vida comenzó a partir de A la salud de los enfermos. Supe que la poesía solo podía estar alimentada de vida.
Nosotros podemos leer un libro y no sabemos dolor que le costó al autor. El mismo Pablo Neruda decía que los poemas de amor no necesariamente estaba escritos cuando más enamorado se estaba, sino cuando más sufrimiento causaba el amor. Pero el punto de lectura está en que nos identifiquemos y veamos en ella nuestra propia vida. En la cima de mi depresión me puse a leer erróneamente Esa visible oscuridad de William Styron, que habla precisamente de su crisis depresiva... y sufrí más al leerlo. Ya después de que había pasado la crisis lo releí y me encantó. Dice Daniel Pennac en Como una novela: hay libros que llegan a nosotros en los momentos en los que no podemos aceptarlos, y no debemos sentirnos frustrados por ello. Pero cuando nos empezamos a culpar por no poder terminar un libro, acabamos haciendo de la lectura un acto moral.

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by ratman at Tue Aug 19 16:06:30 2008

Coincido en la visión de lo pedante que resulta la gente que habla de lo mucho que lee.

Pero no concedo el negarle su lugar a la lectura como una habilidad casi tan básica como el habla, e incluso más importante que la aritmética. Después de todo, sea danza, música o alpinismo, es lo mismo: todo está escrito.

Y es por eso que se trata de obligar a la gente a que aprenda a leer. Si uno decide que tiene gusto por la literatura o va a limitarse a leer la carta del restaurant pues es cosa de cada uno... pero vivir sin saber leer es como no tener el séptimo sentido.

No vayamos muy lejos: la gente que no sabe leer no puede disfrutar del rataforo :o

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by Bandido 2 at Tue Aug 19 16:22:27 2008

Unamos esfuerzos para que el rataforo se pueda oler, en atención a la banda que no lee.

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by MaxClowReed at Sat Aug 23 00:59:59 2008

Coincido con ustedes, a mi me gusta leer, pero leo muchas cosas que no se consideran cultas, y pues no tengo que presumir, pero tampoco me dejo aque un pendejo llegue y diga que no leo nada...

Pero bueno, yo no me imaginaría la vida sin tener la habilidad de leer o escribir, por mas que trato, ni siqueira recuerdo cuando no sabía hacerlo, al ver una palabra, automáticamente la lees y ya, es como un reflejo.

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by ratman at Mon Aug 25 17:15:42 2008

[quote author=Bandido 2 link=topic=192.msg3629#msg3629 date=1219180947]
Unamos esfuerzos para que el rataforo se pueda oler, en atención a la banda que no lee.
[/quote]
El control remoto de mi televisión tiene los botones de power y volume marcados en braile, ya sabes... para que la banda ciega pueda ver la tele sin pedos.

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by MaxClowReed at Tue Aug 26 13:45:39 2008

Y mis galletas con chocochispas tienen las chispas marcadas en braile, tu sabes... para que la banda ciega pueda comer galletas sin pedos.

¿Pero que hay de los ciegos falsos de el metro liena 2? ¿sus discos piratas vienen en braile para poder vender sus discos falsos a la banda sin pedos?

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by Nitro at Tue Aug 26 19:22:23 2008

Tengo la desventaja de leer pedazos enteros de párrafos a la vez cuando se trata de algo que no me interesa. Es mucho más rápido pero no comprendo al 100 lo que leo. Eso sí, la lectura se disfruta y mucho. I ase ke tu hortografia cea mejor.

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by ratman at Wed Aug 27 16:32:28 2008

No, si lo del control remoto no es mamada: realmente tiene una P en braile junto al botón rojo de power, y algo que no entiendo entre los botones de volumen. Al rato les pongo una foto.

Y aprovecho para recordarles que la próxima vez que vayan al cine se fijen bien, si adelante, abajo de la pantalla y de frente al público ven unas butacas, significa que han llegado a una sala con adecuaciones para público invidente 8)

Re: Les comparto una entrevista que le hicieron a un bibliótara confeso by MaxClowReed at Sun Aug 31 18:15:30 2008

Si, y alguien debería tomar una photo mamalona.