Y usted... ¿ya maneja alguna tarjeta de crédito?
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Les comparto un reportaje de la revista emeequis sobre las tarjetas de crédito
digan no a las drogas
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Vivir en cartera vencida
Debo, no niego; pago, no tengo
Siete millones de mexicanos, entre la angustia y el acoso de la cobranza
Pedro Díaz G.
Casi todo mundo la sufre, habla de ella, la "engaña" o trata de evadirla. La angustia de vivir en "cartera vencida", de no haber pagas as mensualidades de la tarjeta de crédito y es sometido al acoso de los despachos de cobranza experiencia abrumadora. Ninguno de los siete millones de mexicanos que han dejado pagar deudas que en conjunto suman 43 mi millones de pesos la para bien. Se vive bajo un estrés inmenso, se reciben llamadas intimidatorias, amenazas de embargo, acoso a deshoras. Se padece insomnio, depresión, crisis nervios Cómo hacer para pagar una deuda que crece y crece, un monstruo que devora la tranquilidad.
Las llamadas son insistentes y persiguen lo mismo:
-Me puede comunicar con el señor Daniel Flores...
-No. Ya no vive aquí. Este un edificio de departamentos y debió ser un inquilino anterior, pero por favor, llevan mucho tiempo llamando desde muy temprano hasta muy tarde y la verdad esto es muy molesto.
-De acuerdo. Muchas gracias.
Apenas horas después vuelve la insistencia telefónica; otra persona tras el señor moroso. Son varios los despachos que lo buscan también con mensajes intimidatorios por debajo de la puerta.
-He repetido mil veces que ya no vive aquí.
--¿Sabe dónde víve?
-Ah... ¿quiere que haga su chamba?
-Pues si pagara lo que debe, no se le molestaría, señor.
Y cuelga. Pero al otro día:
--¿Me comunica con Daniel?
-No, no vive aquí.
--¿Quién habla?
-Te vale madres: no soy el que buscas.
Otro embate auditivo a deshoras. Otro esgrima verbal. Un nuevo intento por cobrar una deuda de años y uno más por no pagarlas.
--¿Daniel Flores?
-No, no vive aquí. ¿Eres del banco?
-Limítate a contestar lo que se te pregunta...
-No, pues entonces chinga tu madre, mejor.
-A ver si cuando vayamos a embargar te pones así de cabrón...
-0 sea, ¿vendrían un chingo? ¿Tu solo no podrías?
-Ja-ja-ja-ja... te voy a ver llorando, cabrón.
-Va. Pero...chingas a tu madre.
Vendrá otra llamada y otra mas... Insistirá el repiqueteo, se multiplicarán las voces... Documentación con amenazas de juicios o de embargos seguirán apareciendo bajo la puerta...
Esta historia inició el día que a Daniel Flores Hernández, un vendedor de productos milagro, con dirección en la colonia Narvarte, en el sur de la Ciudad de México, le ofrecieron su primera tarjeta de crédito.
No tardaría en aprender que, mal manejada, siempre traerá graves consecuencias.
Vendrían los plásticos. Tendría tarjetas bancarias; departamentales. E inclusive deudas con algunas compañías telefónicas.
Y en verdad: nadie lo ha visto en los últimos meses. Ya no vive aquí.
Todo iba bien.
Pablo Gutiérrez -pongamos que así se llama, pues pide reservar su nombre real por el riesgo de que lo identifiquen, pero su identidad y su historia están plenamente corroboradas- pagaba con toda puntualidad sus compras. En 2004 ganar más de 16 mil pesos al mes era un lujo que debía lucir, al menos, con la Blue, de American Express, el valor de su firma.
Pero hubo recorte. Y sus más de 4 mil pesos semanales (contemos los extras, los vales, los incentivos...) se diluyeron tan súbitamente que la angustia de los próximos meses se mediría en las cada vez más altas cuentas del banco. Comenzaron los aprietos.
Casado, sin hijos, su finiquito le duró exactamente todo el 2005, el sabático que se regaló a sus 43 años. Fue al ingresar a un nuevo empleo, como ejecutivo de una agencia de publicidad, cuando surgieron los primeros desbalances financieros, pues ahora ganaba apenas 7 mil pesos al mes.
Vinieron los gastos de casa, las comidas, algunas reparaciones al auto: Navidad y sus excesos... Y la Blue resistía estoicamente.
Pero en enero de 2007 su deuda con la tarjeta azul ascendía a 30 mil pesos. " Pagaré", se prometió. Pero los meses siguientes el dinero no cayó como él deseaba.
Llegaron los malestares: se le iba el hambre y el desánimo llegaba cada quincena, en la que gran parte de lo obtenido era para pagar la deuda. El doctor le dijo que era simplemente estrés por el ritmo de vida actual pero la incertidumbre no lo abandonaba ni por la noche: qué desesperación, qué ansiedad: no tenía para pagar sino los mínimos mensuales a la tarjeta. Así no acabaría nunca. Se hice adicto entonces a aportar lo menos posible al Banco.
Entonces sus achaques lo llevaron al hospital y durante un par de meses no recibió salario alguno, pero su madre le obsequió sus ahorros: 17 mil pesos. Cuánto le dolió pagárselos a American Express, pero se sentía sofocado, y lo hizo. Su deuda entonces se redujo a 13 mil. Sus finanzas tuvieron un respiro.
No sería por mucho tiempo.
Las hay en más de 200 modelos diferentes.
La del Palacio para quedar bien, la de Suburbia para los uniformes, la B-Smart, por inteligente, la Wal-Mart para la despensa, y ahí hay dos versiones: la azul y la amarilla, que pertenecen a bancos distintos, y, ya encarrerados, la clásica American Express, la dorada, ¡la platinium!
Más de 200: desde ligths hasta corporativas.
En todo el país suman 25 millones 400 mil tarjetas de crédito; de éstas, se utilizan habitualmente 18 millones 76o mil; plásticos crediticios que hacen posible cualquier fantasía, dinero electrónico que se acrecentará a la velocidad de tu firma...
Y la puerta a éste, "un mundo en el que todo funciona" -como anuncia American Express-, se abre para ti a cada paso en los
andadores de centros comerciales en todo el país; la cruzarda. Te convencerá una sonrisa, unas bellas piernas, o la asombrosa facilidad para adquirirlas.
Pero al día siguiente de incumplir el primer pago comenzarán los sinsabores; tres mensualidades sin pagar trasladarán tu nombre a un listado de cartera vencida, ya en marcha el tenaz intento bancario por recuperar lo que les debes. Tú, deseoso de saldar cuentas, con toda seguridad buscarás ingresos extra, pedirás prestado a tu familia; si tienes otra tarjeta, sacarás de ella para pagar una deuda y obtendrás otra. Sufrirás.
Esta aflicción la han sentido más de 7 millones de mexicanos que tienen tarjetas: a diciembre de 2007 se dejaron de pagar 43 mil millones de pesos, casi el doble de lo que se registró en 2006, cuando la morosidad fue de 27 mil millones de pesos.
Los propietarios de esas 7.2 millones de tarjetas viven entre la estrechez económica, el temor, la congoja y la ansiedad: dejaron de efectuar los pagos mínimos exigidos por tres meses consecutivos y cayeron en cartera vencida, de acuerdo con datos del Buró de Crédito para el mes de enero de 2008.
El gobierno debe poner atención en los rezagos que generan estos problemas en las carteras bancarias, alertó el senador priísta Carlos Lozano de la Torre. La cartera vencida de crédito al consumo, dijo hace unas semanas en la sede del Senado, "se incrementa de manera constante".
El senador también indicó que los principales bancos extranjeros que operan en México -Citigroup, HSBC, BBVA y Scotiabank- cobran comisiones hasta ocho o 10 veces mas elevadas que en sus países de origen.
Y aunque los banqueros y funcionarios bancarios no aceptan que esto sea una señal de alarma, el propio Banco de México demandó que las entidades bancarias operen con una observación cuidadosa de las tarjetas de crédito, cuya expansión va acompañada de un aumento de la morosidad.
Qué sucedió en apenas unos meses: se fue de vacaciones, pagó medicinal; aportó su poca colaboración para la renta... Y pagó comidas y gasolina de su auto con la tarjeta. La deuda creció otra vez.
La esposa de Pablo obtuvo un nuevo empleo y el salario que él percibía apenas alcanzaba para cubrir deudas; así que firma. Y firma. Y firma. Para mayo de 2007 los estados de cuenta mostraban que los 13 mil pesos se habían convertido nuevamente en 30 mil.
Una buena noticia: había cancelado la tarjeta verde, de servicio, con la que obligadamente debía pagar al mes todas sus compras. Pero le aguardaba en el cajón una recién ofrecida tarjeta American Express Gold, aunque sin activar.
Como su esposa tenía mejor historial crediticio, la convenció "para bajarle a la tarjeta": ella pidió un préstamo a Santander por los 25 mil que tenía como límite.
Con todo el dolor de su corazón, pagó. Ese viernes sacó un cheque de caja de Santander para llevarlo directamente al edificio que todo lo engulle: las oficinas que American Express tiene en avenida Patriotismo.
Casi saldó su deuda. Pero cometió otro error que lamentaría hasta el día de hoy: no rompió su tarjeta. ¡Ya solo debía 5 mil pesos!
Las cosas, como era de esperarse, no andaban bien en su casa.
La terapeuta lo convencía de que gran parte de los problemas de pareja se debían a la desigualdad económica: "Necesitas trabajar más, pagar tus deudas, salir adelante. Échale ganar, o la pierdes. Y escúchalo bien: nunca voy a comprender cómo fuiste capaz de comprarte una computadora de 3o mil pesos, ¿Para qué?"
"Porque nunca quedé a deber nada a nadie. Hasta ahora", se respondió en silencio.
Cuando salía del consultorio convivían en él la tristeza, la ansiedad y el desconsuelo: las cosas no andaban bien en casa. La especialista decía que estaba tocando fondo.
Pablo se encaminaba hacia los antidepresivos: le esperaba una pastilla diaria de Altruline.
¿De qué estamos hablando?
Para los bancos o cualquier institución de crédito, la cartera vigente se compone de sus clientes (deudores) que se encuentran al corriente en sus pagos.
La cartera vencida es la porción de estos deudores que reporta atraso en el cumplimiento de sus pagos. Generalmente es clasificada en las siguientes categorías: 1) de menor riesgo -una o dos parcialidades vencidas-, 2) litigiosa -que se encuentra en pleito ante los tribunales para intentar recuperar lo adeudado-, y 3) la prácticamente incobrable -aquella que, a pesar de las gestiones judiciales, nunca se pudo recuperar y se le considera un quebranto.
Hace unos días, el presidente de la Asociación de Bancos de México, Enrique Castillo Sánchez Mejorada, previno: el sistema bancario enfrentará mayores problemas de cartera vencida en caso de que la inflación rebase el nivel actual de 5.26 por ciento anual.
Y dibujó un panorama más difícil para quienes deben a los bancos: "El aumento en la tasa de interés del Banco de México ha incrementado el costo de la banca, lo que ha llevado a algunas instituciones crediticias a elevar las tasas para las tarjetas de crédito".
A inicios de julio, por segunda ocasión en el año, el Banco de México aumentó la tasa de interés en 0.25 por ciento, para establecerla en 8.0 por ciento, lo que provocará que el financiamiento en Mexico sea más caro, es decir, los créditos de corto plazo, de tarjetas de crédito y los adquiridos a tasa variable serán los más afectados.
El alza a las tasas de interés se reflejará en mayores cargos a tarjetahabientes e incrementará el índice de morosidad porque tendrán dificultades para cubrir a tiempo sus pagos, explica Erika Donjuan Callejo, investigadora del despacho de Asesoría Económica y Marketing.
El 24 de julio, el Congreso solicitó a la Secretaría de Hacienda y a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores tomar medidas para reducir las tasas de interés, así como los costos de comisiones en beneficio de los usuarios y de la economía nacional.
Dio un plazo de 30 días para que envíen información sobre los estudios de las tasas de interés, costo de comisiones bancarias y grado de competitividad de las mismas, así como las acciones que realizan o proyecten aplicar para atender el problema de las altas tasas de interés de las tarjetas bancarias.
Aseguró: "Las comisiones bancarias y el cobro exponencial de intereses aumentaron 30() por ciento en los ultimos seis años en materia de tarjetas de crédito".
Así muy pocos van a poder pagar.
Algunos métodos utilizados para cobrar deudas a morosos.
1.- Le sucede a José Alberto Arias. Es pro-motor social y aunque nunca gustó de acumular deudas, hoy le debe a Bancomer. Por ello no uno sino varios domingos, su nombre ha emergido del listado de deudores por sus pagos atrasados y recibe antes de las seis de la mañana la llamada reclamando el pago.
Al principio fueron seres humanos quienes le reclamaban. Sin rostro, pero con voces que le quitaban el sueño. Ahora se limitan a una grabación: "Le recordamos que tiene cuotas pendientes de pago. Si en 24 horas no paga su nombre será publicado en el diario... de circulación nacional".
Cuenta José Alberto:
"Pagué mientras pude, pero en los últimos meses no me ha ido nada bien. Primero casi todo el dinero que me llegaba lo daba a los bancos, tenía la esperanza de algún día liquidarlo todo, pero ahora, después de tanta insistencia, cambie de parecer.
"Lo más terrible es que no paran de estar chingando. Día y noche. Qué, no se dan cuenta de que nunca les voy a pagar. Antes hablaba gente, personas; se entablaban discusiones. Había insultos. Pero ahora lo hacen automatizado: una grabadora te pide que pagues y la programar para que te llame a deshoras. No, así menos les pago".
2.- Llegas a casa, tu barrio. Es el círculo en el que te desenvuelves. En uno de los postes de alumbrado, sobre la avenida, sobresale un enorme cartel verde fosforescente con tu nombre. Es tan grande que se puede leer desde los automóviles. Ya no solo sabrán de tu morosidad quienes reciben las Ilamadas a deshoras o quienes con cierto respeto todavía le piden al cartero que devuelva los comunicados del despacho.
Con esta técnica, todos se enteran de tu deuda: Se lee: "Señor Daniel Flores, debe pagar y comunicarse al número...", que resulta, por supuesto, ser el de un cobrador.
3.- Uno de los operadores telefónicos se comunicó con Thalía Cigarroa, una joven del estado de México que al egresar de la universidad tardó meses en encontrar trabajo.
Cuando lo obtuvo, las que llegaron rápido fueron las tarjetas. Las primeras se las ofrecieron en Plaza Aragón.
No fallaba, siempre pagaba aunque fuese el mínimo. Pero un día hubo recorte de personal en la empresa en que trabajaba y comenzaron las fallas.
Le han hablado en innumerables ocasiones durante meses, pues sus pagos a Suburbia se detuvieron sin explicación.
Supo de qué número provenían las Ilamadas, pero la persona que pretendía cobrarle no se identificaba, "me trataba como criminal, eran de verdad muy pesados. Primero fue conmigo y en ocasiones hasta con mis hermanos o con mi mamá. La voz ye reprendía, me amenazaba, me amedrentaba. Lo peor eran los insultos: desde muerta de hambre, jodida, vende chicles para pagar la cuenta, mejor muérete para que te condonen la deuda, y ¡no cuelgues, pendeja!..."
4.- En los comunicados de los despachos de cobranza se usa un juego de palabras que hacen creer al deudor que ya fue demandado o que irán a su casa agentes judiciales para embargar sus bienes; o bien se incluyen amenazas excesivas que se fundamentan en el engaño y el terror que siembran en los clientes morosos. Por ejemplo, a Eduardo Lozano, un chilango que le debe 3 mil 451 pesos al Banco Azteca y a Grupo Elektra, recibió el 22 de junio una notificación.
Un día las cuentas no le salieron y del bolsillo ya no alcanzó para pagar al banco. Empezaron los sufrimientos y las angustias; las estrategias para no contestar el teléfono y tirar los sobres, sin abrir, a la basura.
"Lo que más me preocupó en un principio -dice— fue el lenguaje en el que estaba redactada. Pero además el escudo del despacho, que se hace llamar Procuraduría de Cobranza Judicial. Tiene en su logotipo una imagen parecidísima a la de la PGJDF. Cuando abres el sobre y yes el símbolo, por supuesto que te entra un miedo enorme..."
"Usted ha hecho caso omiso a nuestras notificaciones anteriores -le escriben—para atender su adeudo y relación mercantil... por lo que le requerimos finiquitar su adeudo y en un plazo no mayor a 24 horas pagar sus cuentas".
"No deseamos perjudicarle al hacer el cobro de su cuenta de manera obligatoria vía jurídica, mas no podemos seguir pasando por alto su falta de voluntad. Esperamos atienda ya responsablemente este aviso..."
-Esa noche, y las que le han seguido, no he podido ni dormir...
Sobre todo cuando recuerda que esos comunicados salen con doble copia: a su expediente. Y al Buró de Crédito.
5.- La solución está en tus manos... No dejes pasar más tiempo. Eso decía el cuarto sobre que llegó a casa de Ana Guevara Brera. Ella vive al sur de la ciudad de México y su deuda con una de las tiendas de ropa C&A se ha vuelto insostenible. Como no tiene su teléfono, el único método de cobranza es con cartas al destinatario. En la más reciente, dirigida por el Corporativo Muñoz y Asociados , recibió buenas noticias. "Gran descuento". Le escribieron: "No permita que su adeudo crezca. ¡Pague de manera inmediata! y evite molestias".
"Pero no. No he tenido dinero suficiente para pagarles y creo que no lo hare... Que insistan. No lo hare".
A lo que sí está dispuesta es a llenar una vez más el formulario, sacarle copia a su credential de elector y volver a insistir con otro crédito.
-Cuánto apuestas a que me lo dan...
6.- Carlos Valdés trabaja en un gran corporativo de navajas de rasurar; su familia es de abolengo y sus abuelos joyeros le enseñaron que el valor de una persona está en el cabal cumplimiento de sus promesas. "Y las deudas son promesas de pago que no puedo dejar pasar".
Sin embargo, en alguna ocasión se retrasó en los pagos de su tarjeta. Una tarde llegó temprano a su casa de la colonia Condesa y coincidió en la puerta con uno de los mensajeros que le llevaba una notificación.
Se trataba de un empleado del despacho Jurídicos Enríquez Gutiérrez. Pero su actitud no era diferente a la de los abogados que le habían llamado por teléfono en las 61- timas ocasiones.
"Se portó muy prepotente -confía Carlos Valdés-. Pero luego de discutir con él me confesó que esa era una manera de intimidar a los clientes morosos. Y dijo que hasta ellos, los mensajeros que llevan la correspondencia, tienen la indicación de amedrentar, asustar y generar pánico para que la gente pague.
"Este tipo de cobranza es indebido y poco ético, pero la mayoría de los despachos lo practica. Incurren en anomalías, excesos y abusos en el intento por recuperar su dinero. Para evitarme enojos, pague lo antes posible".
El famoso "pago mínimo": una bola de nieve.
Cuidado: del total de tarjetahabientes, un 6o por ciento acostumbra pagar solo el mínimo requerido por el banco.
El pago mínimo permite a los usuarios no incurrir en morosidad sin afectar sus finanzas familiares; pero es una salida temporal. Solo abonando más -al menos el doble requerido-, disminuyen las deudas.
-El hecho de que 7.2 millones de tarjetas estén en cartera vencida, ¿qué significa, qué no sabemos cómo utilizarlas?
Responde Luis Fabre Pruneda, vicepresidente técnico de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef):
-No es dinero extra. Utilízala en eventualidades, quizás para comprar una cosa que con tu sueldo no puedes, un bien durable, un refrigerador, quizás, pero trata de pagar siempre más del mínimo.
Si uno paga el mínimo, nada más cubre intereses, sin amortizar la deuda. Si se paga más del mínimo el plazo será menor y costará menos ese bien que estás comprando a crédito. Y así tu deuda no se alargará eternamente.
La opción del mínimo es algo bueno si se le mira desde esta óptica: un mes tenemos dificultad para pagar más dinero a las tarjetas, porque es el mes de las colegiaturas; entonces sí pago el mínimo. Pero esto solo debe ser en casos extraordinarios, uno o dos meses a lo más. Si se hace una práctica, es cuando vienen los problemas.
-Comúnmente, pagamos el mínimo.
-Y lo que pasa es que te vas endeudando cada vez más. Ese mínimo va creciendo en términos monetarios, y la deuda queda eternizada. Al final adquieres cosas muy caras y las terminas pagando por años.
-Pero esto no lo sabe la gente.
-Así es. El banco o la tienda departamental no nos lo dicen bien. La tarjeta de crédito no es dinero extra, es una deuda. La tarjeta de crédito es un muy buen instrumento si lo sabemos usar con cuidado.
Ante el endeudamiento de los mexicanos se ha reducido el uso de tarjetas: en los primeros cuatro meses del año ha caído 8.4 por ciento, reporta la Asociación de Bancos de México. No hay más causa: el sobreendeudamiento de las empresas y las familias mexicanas.
En números reales: las operaciones con tarjetas de crédito y débito se redujeron de 115 a 106 millones de operaciones de diciembre a marzo pasados. Por consiguiente, el importe de las operaciones cayó de 99 mil millones a 90 mil millones de pesos.
La cautela, tanto de los intermediarios como de los clientes, ha provocado el menor uso de tarjetas. En el futuro inmediato, pronto se acabarán las promociones de meses sin intereses a los clientes que se encuentran en cartera vencida pues la intención será promover y ofrecer los beneficios solo a los usuarios cumplidos.
En septiembre de 2007 Pablo dejó de pagar su Blue: debía entonces 13 mil pesos. Y decidió no contestar el teléfono. Mal hecho. No resolvió las cosas: el insomnio no se le fue simplemente porque no contestara las llamadas o rompiera los comunicados de los cobradores sin siquiera abrirlos.
Su deuda crecía, crecía y crecía. Hoy mismo no hay día en que no se sienta agobiado. Sabe que los sobres que llegan al departamento de su ahora ex mujer, insisten en que pague. Le han dicho que cobradores vestidos de traje rondan su puerta. Hace unos días abrió uno de los comunicados: su deuda creció nuevamente a 30 mil.
Qué fatiga trabajar para pagar a los bancos. Eso es lo que siente Pablo cada vez que recibe su dinero, y dos terceras partes de sus ingresos están destinadas a saldar estados de cuenta.
Como poco sabe de las matemáticas que utilizan los banqueros, ahora resulta que los 25 mil pesos que pidieron a Santander para "bajarle a la Blue" se volvieron 32 mil.
Sí: lleva meses pagando el mínimo. Y cada día su deuda aumenta un poquito más. Eran 25 mil...
Hoy ha recibido más de siete notificaciones en su dirección de la colonia Port ales, por lo que decidió cambiarse de casa. Ya no vive con su esposa. No contesta las Ilamadas a su celular cuyo número desconoce, pero el corazón le da un brinco cuando, por alguna razón alguien del despacho jurídico logra hacer contacto con él.
No se pelea, trata de ser ecuánime. Pero la angustia es demasiada; el acoso no ceja y el dinero no le alcanza para cubrir los gastos más apremiantes. Así que sigue los consejos que le dan sus amigos: "Diles que les vas a pagar, pero que te den un tiempo. No niegues la deuda, pero dales largas".
Este jueves 28 de agosto debe, en total, 62 mil pesos.
Treinta mil a una Blue de la que no queda sino el recuerdo, y que le reclaman de un despacho con total insistencia; y 32 mil a Santander, a quienes este junio, de piano, no les pagó por vez primera ni el mínimo de 900 pesos.
Debe reponerse: generar dinero, pagar.
Y le duele. Contagió de angustia y de temor a su ex mujer; a su ex suegra. A sus hermanos y a su madre, quienes de cuando en cuando mandan remesas desde Estados Unidos.
No quiere heredarles esa sensación de temor por un embargo, de acoso de los despachos de cobranza. De llamadas telefónicas insistentes. No quiere que sepan lo que es sufrir por dolores de estomago, llanto e impotencia.
-62 mil pesos -dice lamentándose-. Pues de dónde.
Se siente uno muy fufurufo con tarjeta de crédito. Yo tendría un chingo si no fuera porque me da hueva ir a pagar. De hecho hace rato que quiero cancelar la de Sianey (también conocida como C&A), pero ps me ha sacado de apuros y no hay pedo con ella porque mi límite es de 1,200. Y la de Liverpool, que es muy útil cuando hay venta nocturna porque son meses sin intereses, monedero electrónico y descuento, la neta esa sí está muy chida.
Bueno, aprovecho para darles un tip: si les llaman por teléfono para ofrecerles una tarjeta, acepten. Pero cuando manden al mensajero para pedirles los documentos pueden negarse diciendo que no vive aquí ese tal Ratón, o decir que la única identificación que tienen es la credencial de la biblioteca. También pueden falsear los datos, y si así la aprueban entonces ya tienen para gastar a lo güey sin ser rastreados. Pero el punto es que aceptar la tarjeta y a la mera hora cajetearla es algo que le cuesta mucho dinero a la empresa que los llamó.
Otra menos manchada es pedirle más datos al que llama, incluso hacerle preguntas específicas del producto que está ofreciendo, y al final salir con la jalada de que eres menor de edad y tu papá ya la tiene.
Yo tengo la tarjeta del metrobús, del metro, del tren suburbano y de las máquinitas; prefiero si voy a comprar algo pedirsela a alguien que si tenga, y pagar siempre al contado, me ofrecieron muchas veces la del Sieney, pero siempre falsee mis datos y a lo mejor por eso nunca me llegó; bueno, yo siempre he sido de la idea de no deber, porque cuando debes, nomas te estan chingando, trato de pagar al contado, pero bueno, a veces he caido en las redes de los pagos diferidos y ya ven.
Nosotros no tenemos tarjeta en casa, pero un tiempo hace como un año, a mi madre la estuvieron chingue y chingue porque algún gandallita le dio nuestro numero y no pagaba su tarjeta, amenazaban conque iban a venir a embargar y la fregada, pero se les apestó porque donde fueron era un lote baldío y por eso estaban chingando donde les contestaron, y era una cosa que a todas horas, en la madrugada, a media noche, todo el día, ya estabamos tan hartos, yo intenté razonar con la persona, pero pues no quiso entender y termine igual que el resto de mi familia, mandar a la verga a esos weyes hasta que místicamente dejarn de hablar, no sé si hallaron al wey o si de plano se rindieron, pero les aseguro que por ese detalle no pienso ser cliente de bancomer para meter mi varo.
¿y que opinan de los prestamos?
Ami me llego la tarjeta de santander Light ... y no recuerdo haber sacarla ... salvo que una vez me preguntaron que me la daban por tener la de clemente y agustino ( si and ei) . Pero pos no eh ido a recojerla ( ni pienso). De por si con la de clemente y agustino es una lata. :(
Pues yo aprendí a la mala el buen uso de la credit card. Actualmente tengo una de Inbursa que no me cobra anualidad y que yo mismo le restringí la disposición de efectivo, así sólo la uso por conveniencia y NO POR CRÉDITO.
Tarifas 10 veces más caras que es sus países de orígen.
Pinches bancos.
¿Es más fácil asaltar un banco o fraudearles una feria con tarjetas balines?
Pues al principio uno cree que la tarjeta te puede sacar de pedos, pero la verdad eso sólo pasa en las películas, o cuando tu papá tiene varo y él la paga. De otra forma sólo es buscarse problemas.
Yo tengo la de Wal-Mart y sólo he comprado dos cosas: un celular a meses sin intereses, y la anualidad. Y como se saturó con el celular, me cobraron sobregiro con la anualidad; y como fue en dos meses, y los dos se pasó, me lo cobraron doble. Putos...
Quiero la tarjeta UNI-K de Santander, porque con esa te dan una dirección en USA y puedes comprar por Internet y que te manden las cosas ahí, después ya te las pasan a tu casa. Eso vale la pena porque entonces es un servicio, y deja de sólo ser vicio como todas las demás.
Oye, eso esta fregón, si me conviene.